jueves, 21 de febrero de 2013

El cómputo del tiempo romano

El día y la noche
Dividían la duración de la luz del día en tres partes:

  • ἕως (héos), el alba o la mañana, en sentido más amplio.
  • μεσὸν ἡμέρας (mesón heméras), el mediodía.
  • δείλη (déile), la tarde.
Esta división se fue reformando con el tiempo. La noche, por influjo del lenguaje militar, pasó a dividirse en cuatro partes iguales llamadas  φυλακαί (phýlakai: "guardias, vigilancias"), imitadas luego por los romanos como vigiliae

Roma
Los Romanos dividieron la duración de la luz del día en doce horas contadas desde el amanecer hasta el crepúsculo. Se referían a las horas con el ordinal, de modo que a la una la llamaban hora prima y así sucesivamente hasta la hora duodécima. Podemos comprender rápidamente que si la una era el amanecer y las doce el atardecer, las seis, la  hora sexta (de donde viene nuestra palabra 'siesta'), sería el mediodía.


Este sistema se adecuaba a los relojes de sol, pero tiene la pega de que las horas duran distinto tiempo según cada día y cada lugar. Así en el solsticio de verano tienen una duración máxima y mayor cuanto más al norte y en el solsticio de invierno mínima.
La noche se dividió al principio en cuatro vigilias. En el ejército pervive esta antiquísima división en las guardias nocturnas. Pero ya al final de la República se adoptó la división en doce horas, origen de nuestro horario moderno.

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