lunes, 26 de noviembre de 2012

Unificación de Italia.

Tras la entrevista de Cavour con Napoleón III en Plombières en julio de 1858, se acordó la intervención francesa en Italia. Pero Napoleón firmó en julio el armisticio de Villafranca con Austria ya que quería la independencia de Italia pero no su unidad. El movimiento de tenaza de las tropas piamontesas y de los Mil de Garibaldi a través de la península culminó con la proclamación del reino de Italia en marzo de 1861. Roma se convirtió en la capital del reino de Italia. La unidad de Italia era ya un hecho, pero aún quedaron en manos de Austria Istria, Trento y el Tirol del Sur, llamadas las provincias irredentas. La unificación no significó la igualdad real de Italia, ya que había enormes diferencias entre la Italia del Norte, rica, industrializada y moderna, con la Italia del Sur, pobre, campesina y atrasada. Además, el Papa, contrario a la unificación, excomulgaba a los que osaban participar en las elecciones por lo que el sistema político será muy inestable, debido a la escasa participación política de los católicos.

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