jueves, 20 de diciembre de 2012

Un dia en la vida de un ciudadano romano.

A diferencia de algunos de nosotros, los romanos eran muy madrugadores. Se levantaban al alba, justo cuando los gallos comenzaban a avisar que pronto saldría el sol.
Es imposible saber la hora exacta de su despertar, como lo hacemos ahora con nuestros relojes, ya que los romanos no tenían un sistema muy exacto para medir el tiempo.

En los comienzos de Roma, cuando todavía era sólo un pequeño pueblo alrededor del siglo IV a.C. los romanos se limitaban a medir el tiempo dividiendo el día en dos partes. La primera mitad hasta el medio día y luego el resto del día. Uno hombre tenía la labor de avisar en el foro a la gente y a los gobernantes cuando el sol se encontraba en su cúspide máxima.
Con el paso del tiempo cada mitad del día se subdividió en dos partes: “Mane”La mañana y “Antemeridiem”antemeridiano y “De meriedie” La tarde y “Suprema” la noche. Pero sólo a partir del siglo II a.C. los romanos conocieron una revolución para su mundo. El reloj de sol traído desde Grecia, el cual cambió su forma de concebir el tiempo. Este sistema fue conocido como el cuadrante solar.

En la mayoría de las ciudades se tenía un cuadrante solar para medir las primeras 12 horas del día y el de agua para las restantes 12 que abarcaban desde el ocaso hasta el alba. Pero había un problema. Las horas iban aumentando o disminuyendo dependiendo la estación del año. Por esto, las 12 horas del día en veranos eran más largas que las 12 horas de invierno. Esto creaba que cambiaran los ritmos de vida de la gente durante los meses de verano e invierno como hasta ahora sucede en la vida de campo. Por esto los romanos tenían 12 horas de verano y 12 horas de invierno del día y la noche.

Era tan difícil medir las horas en estos tiempos, que el filósofo estoico Séneca contaba que era más fácil conciliar a los filósofos en una misma teoría filosófica, que ponerlos de acuerdo en la hora de sus relojes. Además a pesar de toda esta moda y fama, los romanos como los otros pueblos de la antiguedad nunca tuvieran la obsesión que nosotros tenemos con nuestros relojes y la hora. Para muchos de ellos, muchas veces solo reflejaba y servía para mostrar a la gente el pedazo de vida que habían perdido con el paso del tiempo en una forma romántica de ver el tiempo.


La primera comida de un romano difería muy poco según la clase social en que estuviera, ya que no era considerada una comida de gran importancia como lo hace mucha gente y naciones en nuestros días.

-.Hacer relación con la idea de desayuno de los anglosajones y escandinavos con la visión de desayuno que nos legaron los latinos a nosotros. “ES UNA TEORIA”

Quizás sólo un vaso de agua. Como gran cosa comería un pedazo de carne fría que hubiera sobra de la noche o un trozo de pan con queso con un poco de Muslum, si de verdad su estómago se lo exigía. En el caso de un pobre o de uno sus mismos esclavos, con un vaso de agua estarían de verdad contentos y satisfechos.

El fuego sagrado era lo más importante en la casa de un romano, y por esto tenía suma importancia mantenerlo siempre vivó, como nos cuenta el famoso historiador Fustel de Coulanges:

“Era obligación sagrada para el jefe de la casa conservar el fuego día y noche...Todas las noches se cubrían los carbones con ceniza para evitar que se consumiesen enteramente; al levantarse, el primer cuidado era reavivar ese fuego alimentándolo con algunas astillas.”
La relevancia que le daban los romanos a este fuego se debía a que se creía que este fuego estaba vivó, que era un díos y como dios se le adoraba, se le rendía culto y hasta se le pedía protección y favores.
Ha este fuego se lo creía como el alma del hogar que cuidaba a la familia de todos los males y se lo asociaba con la diosa Vesta (diosa del hogar doméstico)
Era tanto la postración que se le tenía a este fuego sagrado que se le creaban oraciones e himnos en su honor:

“Hogar, consérvanos siempre florecientes, dichosos, siempre; Oh, tú, que eres eterno, bello, siempre joven, tú que sustentas, tú que eres rico, recibe con propicio corazón nuestra ofrenda y danos en retorno la felicidad y la salud, que es tan dulce.”
Previo cualquier comida, se le debían realizar libaciones para mantener a esta diosa contenta y satisfecha. Estas podían consistir en algunos carbones encendidos, pero también vino, aceites e incienso.
Antes de probar el alimento, el primer pedazo iba a la diosa, antes de beber algo, las primeras gotas iban para ella.


Esto no sólo se da en el mundo Grecorromano, es un arquetipo que lo podemos observar también las culturas andinas. Ejemplo: El culto a la Pachamama en la cultura incaica.

Pero, ¿por qué tanta importancia con el fuego: cuál sería una buena razón de una adoración tan profunda al fuego?

EL CULTO A LOS MUERTOS.

A parte del fuego sagrado, también había otros dioses que vivían en la casa de nuestro Marcus. Pero estos seres eran de otra especie.
En la antigüedad del pueblo romano, era tradición enterrar a sus muertos en sus propias casas y por estos se creía que sus almas las protegían. Estos seres eran conocidos como Manes. También existían los Lares y Penates de la casa, a los cuales también se les debía Honrar y alimentar, debido a que ellos cuidaban el exterior e interior de la casa y a todos los que la habitaban.

Coulanges lo explica muy bien en esta frase: “En tiempos antiquísimos la tumba estaba en la misma propiedad de la familia, en el centro de la habitación, no lejos de la puerta, “para que los hijos, dice un clásico, encontrasen siempre a sus padres al entrar o salir y le dirigiesen una invocación.”


Marcus después dejar contento a sus antepasados y dioses del hogar, tomaba desayuno y se preparaba para otra clase de saludos. El saludo de los clientes, que esta vez, se lo realizaban a él.

EL SALUDO DE LOS CLIENTES.

Marcus, como sabemos, era un rico comerciante de la clase ecuestre. Tenía muchas propiedades y poder. Pero en la sociedad romana, esto no bastaba sin un grupo de personas que estuvieran a tus servicios.
Los clientes eran ciudadanos libres, muchas veces pobres, que se acercaban a hombres como Marcus en busca de protección, ayuda monetaria e influencias para mejorar sus situaciones económicas y sociales.

¿Pero en qué se beneficiaba muestro Marcus con esta sociedad?

La riqueza e influencia de un hombre también se media a través de la cantidad de esclavos y clientes que este poseyera y si Marcus recibía cada mañana un grupo grande de clientes que venían a saludarlo, esto demostraba el estatus y poder que poseía en su sociedad. Además, si Marcus por ejemplo, quería ingresar a la política y ser elegido, ya tenía un buen grupo de hombres que votarían por él y que lucharían de todas las formas posibles para que su patrón saliera elegido.
Por esto, todas las mañanas como habíamos dichos, muy temprano se agolpaban sus clientes en un estricto orden de jerarquía frente a la puerta de su casa, esperando que este los recibiera para darles los buenos días y uno que otro espaldarazo en forma de influencias o hasta dinero, para sobrevivir el día, en el caso de ser muy pobre.
Lo anecdótico de esto, es que mucho de estos clientes, tenían sus propios esclavos que los acompañaban para brindarles cualquier ayuda, o hasta sus propios clientes.

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